Ayer por la tarde salía pasear con mis primas.
No pensé que eran tan populares, pues la saludaban en todas las esquinas.
¡Tita! gritaban.
¡Rodhesia! reclamaban.
Y ellas contentas a todos saludaban.
¡Qué importante me sentía!
Es que su dulce relleno y baño de chocolate las identifica.
Y su oblea crujiente devuelve una sonrisa.
Fue allí cuando me di cuenta que el sabor queda en familia.
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